jueves, 29 de octubre de 2015

Algunas veces leo



Algunas veces leo un libro con
placer, y detesto al autor. (Swift)

aun ignorantes ante la muerte,
encogiéndonos de hombros
nos corre la última lágrima,
levantamos nuestros brazos
y dejamos que ella
nos quite el camisón;
nos recostamos de espaldas sobre la tumba
para que nos quite  pantalones y zapatos,
para luego, como un crío
pegar la oreja a su seno
y escuchar el deslatir de su corazón


Por los ojos de un niño transita la gente
Aparece y desaparece, y el niño
Los deja llegar, los deja irse.
No se pregunta por qué han desaparecido,

No se pregunta el por qué llegaron

lunes, 26 de octubre de 2015

POETA MALO, POETA FOME.





Poeta malo, poeta fome.
Le lee a sus únicos auditores,
quienes suelen ser familiares,
si quiera amigos, sus malos poemas,
poemas fomes. Círculos viciosos,
amigos incestuosos que se enamoran
de sus hermanas, de las esposas de sus amigos,
de lo más cercano e inofensivo.


Leen, pues, sus fomes poemas
a sus respectivamente fomes auditores,
se apresuran a meterse el micrófono en la boca,
y no quieren escuchar más que lo único
que han escuchado a lo largo
de su fome existencia de poeta fome.



Simplemente el Otro irrumpe, borracho,
no le dejan leer su poema, que posiblemente
no sea fome, lo insultan,
deja un par de chachetazos en la sala,
le vedan, le dicen en otros lugares:
golpeaste a un cojo, golpeaste a un distímico,
a un dislálico, a un disléxico!



Y así vuelve, poco a poco, la rutina
de los poetas fomes, a reencontrarse
en los mismos bares y restoranes prontos
a la clausura, a leer sus poemas malos,
sus poemas fomes.













domingo, 25 de octubre de 2015

Un poema nabokoviano


la dádiva

—No lo insinúo —replicó el poeta
—, lo afirmo. No que las viviera en
carne propia, desde luego; pero, como
poeta que era, experimentaba lo que
escribía, o, mejor dicho, escribía sólo lo
que vivía en su espíritu. Ésa es la
diferencia entre el poeta y el simple
escritor: ¡en la mente del poeta, la
imaginación se encarna por medio de la
reflexión!

Heinz von Lichberg




y fue cuando la enamorada tiró del pelo a su enamorado
lo empujó al lago, y éste, imposibilitado por su estado de embriaguez,
murió ahogado. El cuento termina allí, y no es necesario 
saber qué pasa con la enamorada, pues es contado desde
el final:  ya se sabe que ella termina hecha una ninfómana
y trastornada mentalmente, al colmo de la locura.

El amor sucede de una manera similar, 
y no quiero caer dando estas explicaciones
tan pomposas en la cursilería más atroz.
En fin, ¿qué de malo tiene cursilear, no?
Asi, el amor sucede así.

Dos cisnes agarrados de sus cuellos,
tironeándose con violencia,
hasta que uno de ellos cae muerto.
No es necesario demostrarlo, el amor está
uncido a la muerte, como el Sol a la Luna.

No se estropea la vida,
sino la muerte, muertes estropeadas
por los saltimbanquis de la pasión,
enumerando una a una las rosas 
en un paseo por el cementerio.